Japy es la del medio entre sus hermanos.

La mayor (por un odioso año) era Cielo, llamada así por la simple razón de haber sido concebida casi milagrosamente, después de años y años de... bueno de tratar sin resultado.

Y Japy, fue más bien como un accidente, pero un accidente bien recibido para ser accidente. Su mamá solía describir su existencia como "una sorpresita" pero diciéndolo como quien mejor no dice otra cosa.

Cielo no la trataba mal, simplemente no le hablaba, nunca en 6 años le habló, ni un hola, a pesar que las vestían igual e iban a todos sitios juntas.

En cuanto a Japy, ella tampoco no hablaba, decían que era autista, pero era que nadie le había dirigido la palabra. Un día Japy se perdió en el Centro de Lima, paseando con sus padres y Cielo. Se entretuvo mirando a un insecto verde en el suelo, y lo siguió y siguió. Luego de toda una tarde de buscarla, regresaron a la casa Alegre, y la encontraron ahí. Sentada y tranquilísima en la sala mirandolos distraídamente.

-¿Dónde estabas?- le preguntó su padre.
-Ahí, los estaba buscando mientras me buscaban. Fue muy gracioso verlos corriendo como posesos, es algo sorpendente. Luego me subí al carro sin que se dieran cuenta, entré a la casa y los sorprendí, debieron ver sus caras! Quizá lo haga otra vez. Es una posibilidad muy fuerte.

Así sus padres supieron que no era autista, sino ignorada. Pero no se preocuparon, no les importó siquiera, la dieron de niña demasiado inteligente, y la dejaron crecer sola, cuando lo lógico era observarla más. Japy solo era observadora, su coeficiente no era alto.

No fue la única vez que se perdió, en la segunda vez también se alarmaron, en la tercera no. Siempre Japy los esperaba en la casa para verle las caras, y se reía y reía.
Érase una vez una chica llamada Japy.

No, no érase, es.

Tampoco una vez.

Como sea, se llamaba Japy, porque así le pusieron sus padres, el señor y la señora alegre, porque cuando nació se veía deprimida.



-¿Cómo le ponemos?- preguntó la madre.
-Se ve triste, hay que ponerle un nombre alegre. - dijo el padre.
-Entonces Happy, así va querer ser felíz.



Y no se equivocaron, ya que toda su vida Japy quiso ser felíz... ¿Quién dice que no?... e hizo de todo para serlo, en serio!

Pero querer no es poder, esa es la verdad.

Bueno, cuando se fueron al ayuntamiento a hacer la partida, había una tía menopausica y casi analfabeta atendiendo.

-Nombre...
-Happy Ángel - dijo la madre
-Se escribe con...
-Ya se como se escribe, se escribir... - dijo la tía amargada.

Bueno, cuando vieron la partida decía "Japy" y como son unas personas tan conformistas y buenas (en ese entonces) no dijeron ni pío y se fueron. Aparte le tenían miedo a la tía achoradasa.


Se imaginan llamarse Japy?

Son concientes de como sería su vida con ese nombre?